Por fin llega el tiempo del merecido descanso. Tiempo en el que nos convertimos en uno de esos odiados turistas que abarrotan nuestra propia ciudad. Pasamos a ser uno de esos personajes en otras ciudades, sed indulgentes con nosotros. No somos mala gente, solo somos peces fuera del agua.
Es hora de hacer las maletas, de cargarlas de todo aquello que necesitamos y aquello que no usaremos. Benditos los carritos de los aeropuertos, que nos alivian momentáneamente de su carga. Benditos los taxis y el transporte público que nos acerca a nuestros alojamientos, nuestro hogar fuera del hogar.
Alojamientos grandes y pequeños, modestos y lujosos, de señor y de plebeyo, junto al mar y la montaña, bulliciosos y serenos. Todos diferentes, pero tan parecidos, cubículos clonados de habitaciones ideales. Lugares ansiados del nocturno reposo de nuestro frenético día de rápidas visitas a incomparables museos y catedrales. Merecidas camas en las que reposan nuestros cansados huesos de salidas nocturnas en busca de diversión y desenfreno.
Desafortunados los que quieren comer como en su casa, por que solo encontrarán comidas extrañas. La tierra nos da sus frutos, pero solo unos pocos elegidos saben que hacer con ellos. Seamos indulgentes, porque los bárbaros del norte aún no han descubierto el placer de la comida. Perdonemosles, ya que en nuestra fugaz visita solo podremos ver una pequeña muestra de su cultura.
Iluminados los que al final del viaje entonarán la frase a ritmo de blues y aliviados: there is no place like home! Desde que se inventó el turismo, todos a su regreso se dicen lo mismo, no hay como viajar para apreciar lo bien que esta uno en su casa. El año siguiente demuestra lo inútil de esa reflexión, tropezando de nuevo en la misma piedra.
viernes, julio 27, 2007
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3 comentarios:
Llego un poquillo tarde y a lo mejor esto lo lees a tu vuelta, pero bueno, de todas maneras: ¡¡Felices vacaciones y que descanses mucho!!
Besos.
Lo mismo digo. Felices vacaciones y que sean benditas siempre!
Gracias a las dos. Desgraciadamente aqui por el norte (Suiza) no hace menos calor que por España, pero eso ya lo sabia porque he estado ya varias veces aqui. Ademas el lago Lehman le añade un poco de humedad a la atmosfera, por lo que me siento como en Barcelona, pero con muchisima menos gente.
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