Educación y Demagogia

Estoy leyendo las declaraciones de nuestro querido presidente sobre el informe PISA sobre la educación. No tengo por menos que considerarla un insulto y un desconocimiento total sobre el estado del sistema educativo actual, pero sobre todo un escurrir el bulto sobre quien tiene la culpa.

Las cosas empezaron a ir mal con las reformas que iniciaron los gobiernos del PSOE, que mantuvieron los gobiernos del PP y que ha vuelto a retomar el gobierno actual. En el sistema educativo actual se ha dejado de valorar el esfuerzo y se ha pretendido minimizar el fracaso maquillando el sistema de evaluación.

Pretender echar la culpa del problema actual a no se que generaciones anteriores (supongo que se refiere a la dictadura) es querer ignorar la responsabilidad de todos los gobiernos en democracia pasados, el suyo incluido.

Desde la universidad he visto directamente el fracaso de las reformas educativas. El paso de las generaciones educadas en la EGB y el BUP a las generaciones educadas en la ESO ha sido una transición brutal. Lo sabiamos, lo dijimos, pero a nadie le importaba.

El nivel de comprensión, lectura, expresión e interés por aprender ha descendido en los últimos 10 años. No es culpa de generaciones anteriores, es culpa de las generaciones actuales, las que nos gobiernan y que precisamente se formaron en los sistemas educativos que venían de la dictadura y la transición.

La prueba es muy sencilla, solo hay que comparar los libros de texto de los padres actuales con los de sus hijos. Nada que ver. Es como comparar la enciclopedia británica con el libro gordo de petete.

Evidentemente a los políticos actuales les interesa una población con un bajo nivel de formación, sin capacidad crítica y que sea capaz de creer todas las berenjenadas que son capaces de contarnos.

Resumiendo, un gobierno que presume de que España sea la octava potencia enconómica mundial y que encuentre aceptable que los estudiantes de nuestro país ocupen en puesto 23 en el ránking del informe PISA no tiene muy claras las prioridades o no entiende absolutamente nada. La auténtica riqueza de un país la constituye su gente.